martes, 1 de abril de 2014

Viaje de Buenos Aires a Potosí y Arica - Capitán Joseph Andrews


                                                              Vaccaro - 1920
                                                                    260 pág

  Es conocido el libro que el capitán de Marina Joseph Andrews dedicó a su viaje de 1825 por el interior del país. Hay allí muchas páginas sobre Tucumán. Como se sabe, aspiraba a un contrato oficial para la explotación de minas, que finalmente no logró.
Narra, en una parte, el paseo que realizó con uno de los diputados, Tomás Ugarte, como invitado a la propiedad de éste en la falda de la montaña. En "una especie de carruaje de lord Mayor, de bastante feo aspecto", cubrieron las siete leguas de distancia desde la ciudad. Andrews alababa la hospitalidad de Ugarte y su ánimo de poner la finca a disposición de la compañía minera planeada. Se suponía que esas tierras tendrían "algunas vetas vírgenes de mineral".
Después del almuerzo, fueron hasta una loma para apreciar el paisaje. El espectáculo de las montañas fascinó a Andrews. Primero, por el posible provecho económico. Pensaba que "estas maravillas de la naturaleza serán algún día exploradas por ingleses y sometidas a explotación minera, en beneficio de la riqueza comercial del país". Narra que con Ugarte edificaban castillos en el aire, y el lector, escribía Andrews, debía imaginarse "el desagrado que sentí al ver desvanecerse mis ilusiones y mis castillos".
Pero también estaba la emoción estética. "Mi espíritu se inundaba de gozo en aquel momento, como durante otros que pasé en la bellísima provincia de Tucumán".
Esto lo llevaba a insertar un poema suyo, que Carlos Aldao traduce así: 
"La mente levanta hoy un edificio/ que antes de mañana se convierte en ruinas;/ hoy la esperanza arrobadora deleita el pecho,/ mañana el disgusto es su huésped;/ como la gloria de sol dora la nube matutina,/ que la tarde apaga en la mortaja lóbrega de la noche". Agregaba: "que exprese mis pensamientos en prosa o verso, poco importa, la cuestión es expresarlos. No alcanzaría a comprender porqué el hombre de mar, teniendo oído musical y unas cuantas palabras sonoras en su cabeza, no ha de poder darles salida, a menos que tema provocar la cólera que Neptuno suele demostrar ante los poetas navales"...

                                                        
      Portada de la traducción de capítulos del libro de Andrews, que la Universidad de Tucumán editó en 1915.

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