martes, 1 de abril de 2014

VIAJE DE LA FRAGATA EUGENIA 1851-1853 - C. Skogman


                                                    Ediciones Argentinas Soler
                         1942 - 240 pág


 Poco antes de la mitad del siglo XIX, Suecia durante la monarquía del Mariscal napoleónico Charles Jean Baptiste Bernadotte, con el nombre de Carlos XIV y de su hijo Oscar I a partir de 1844, comenzó a surgir como potencia industrial, comercial y marítima, mas allá de Europa y el Atlántico; lo cual decidió al Rey Oscar I en 1851 a enviar una expedición científico-militar en un buque mayor de la escuadra, a fin de controlar las rutas y vigilar el desempeño de los cónsules del país en los sitios  lejanos del mundo, como las costas americanas, las Indias Orientales y China, estados donde ahora había representantes de la corona sueca.
            Este fue el objeto primario para efectuar el viaje, que además propendía a fomentar la creación de nuevas fuentes de intercambio comercial, aunque también el monarca interesó a la Real Academia de Ciencias sobre la oportunidad de su intervención, lo que determinó que dicho periplo se transformara igualmente en científico.
            Se escogió para el viaje a la fragata “Eugenie” de cuarenta cañones de 24 libras (peso del proyectil que disparaban), nave que había sido botada en 1844, es decir con solo siete años de uso, encontrándose en inmejorables condiciones. Fue aparejada con esmero en los astilleros de la ciudad de Carlscrona sobre el mar Báltico, al sur de Estocolmo; allí se le cambió el forro de cobre debajo de la línea de flotación (procedimiento introducido en 1761, que actuaba como agente anti inscrustante en climas fríos y prevenía la destrucción de los cascos de madera por parte del gusano “teredo navalis” en el trópico); además se le instalaron depósitos adicionales de agua dulce. La fragata asimismo contaba en su armamento con dos morteros ubicados a cada lado de la batería, los que fueron remplazados por dos cañones de 24 libras, similares a los otros.
            Estaba dotada de una chalupa, una falúa y dos botes de diez  remos. A la chalupa y a la falúa igualmente se les forró el casco con cobre; la falúa era muy apropiada para navegar a vela, condición conveniente para los casos en que la rada quedaba muy retirada de la orilla, como ocurría en esa época en Buenos Aires. Para procurar alojamiento a los académicos que se incorporarían a la nave, teniendo en cuenta la índole de sus ocupaciones, se construyeron dos camarotes a cada flanco de la batería, inmediatamente a proa del castillete principal, los cañones que ocupaban esos sitios fueron retirados y colocados bajo cubierta.
            El 18 de setiembre de 1851 la fragata abandonó el astillero y el 30 de setiembre se hizo a la mar en Carlscrona, luego que su tripulación fuera revistada y despedida por el Contralmirante Barón de Nordenskjöhld, autoridad máxima de ese puerto militar.
En la República Argentina todavía gobernaba Juan Manuel de Rosas, pero tenía los días contados, se había formado una coalición que organizó un ejército expedicionario compuesto por: entrerrianos, correntinos, tropas de Buenos Aires, brasileños, orientales, parque y maestranza, todos bajo el mando de Justo José de Urquiza, que el 3 de febrero de 1852 aniquiló al ejército de Rosas en Monte Caseros, obligándolo a huir al extranjero.
            Como coletazos de tantos años de guerra, no obstante haber terminado esta casi tres meses atrás, a fines de 1851 aún permanecían en Montevideo o en sus afueras tropas francesas y brasileñas, así como en la bahía buques de guerra de diferentes banderas. Sin embargo esta presencia extranjera no impedía que la vida continuara, afianzándose la paz día a día, por lo menos por dos años más, como ocurrió.
El 3 de enero de 1852 a las 6 de la mañana la fragata y la corbeta “Lagerbjelke” se hicieron a la vela con destino a Buenos Aires, dirigidas por un práctico. Esquivando bancos de arena llegaron frente a Quilmes a las 8 de la mañana del 4 de enero, donde la “Eugenie” fondeó, pues la poca profundidad la impedía acercarse más a la costa que quedaba a unas doce millas. El Capitán Virgin en compañía de los hombres de ciencia transbordaron a la corbeta que prosiguió hasta la rada exterior de Buenos Aires, donde ancló al medio día. Buenos Aires no poseía un puerto, sino dos radas separadas por un extenso banco de arena. En la exterior, las naves quedaban a seis millas de la costa, pero en la interior solo a escasa distancia. Embarcaciones de calado superior a los doce pies no podían llegar a esta última y en ocasiones, aún a las de diez a once pies les resultaba difícil franquear el angosto canal que conducía a la misma, según nos cuenta Skogman en su libro. En los botes de la corbeta se arrimaron a la costa, Buenos Aires no tenía desembarcadero, como era usual transbordaron de los botes a carretas de altas ruedas que los condujo a tierra.
            En esa época Buenos Aires contaba con unos 120.000 habitantes, mientras que en Montevideo, según el censo de fines de 1852 vivían 33.994 personas. Semejante a Montevideo la ciudad era como un damero, con calles paralelas y perpendiculares, formando manzanas del mismo tamaño. Las construcciones eran análogas entre las dos ciudades, con mayor  cantidad de casas de aspecto opulento o suntuoso en Buenos Aires.
 Pero la situación política de Buenos Aires en aquellas circunstancias distaba de ser tranquilizadora para su población, ante la inminencia de un enfrentamiento entre las fuerzas rosistas y el ejército expedicionario que comandaba Urquiza, el que ya estaba situado en la Provincia de Santa Fé y pronto para iniciar la campaña militar que terminó con la derrota de Rosas.
            La “Eugenie” con el panorama que se avecinaba embarcó a los científicos y el 13 de enero levó anclas al amanecer, después de haberse despedido de los compatriotas radicados allí, entre ellos del Cónsul de Suecia Conde de Fr­ölich, quedando la corbeta “Lagerbjelke”, según los órdenes del Capitán Virgin, en su fondeadero a la espera de que hiciera crisis en el país la catástrofe que parecía tan cercana, como realmente ocurrió.

miércoles, 26 de marzo de 2014

BOSQUEJOS DE BUENOS AIRES, CHILE Y PERÚ - Samuel Haigh


                        Vaccaro - 1920
                           193 pág  



Las noticias sobre la emancipación de las colonias españolas de América que llegaban a Londres, colmaban de optimismo al mundo financiero. Los comerciantes británicos apoyaban abiertamente la causa patriota y adherían con entusiasmo a los principios de la libertad de comercio y la apertura de interesantes mercados de consumo para los textiles, bienes manufacturados y otros productos del imperio de Jorge IV.
Por ese entonces, en medio de la city de Londres, Samuel Haigh se desempeñaba como empleado de contabilidad de una firma comercial. A los 22 años salió de esa ciudad para hacerse cargo de un embarque con mercadería destinado a los puertos de Buenos Aires, Valparaíso y El Callao. Zarpó de Dover en junio de 1817 y casi dos meses después arribó a Valparaíso con un cargamento de géneros, armas y herramientas, que debía colocar en diversos mercados locales, para luego remitir el producto de las ventas a sus representados y rescatar una comisión como honorarios por sus servicios.
Las actividades de Samuel Haigh le permitieron recorrer múltiples lugares en Sudamérica, apreciar distintos paisajes y conocer las costumbres de sus habitantes. Además fue testigo directo de varias acciones militares ocurridas en la última fase de las guerras de independencia y estableció vínculos con importantes personalidades, tales como José de San Martín y Bernardo O'Higgins.
Estas experiencias fueron publicadas en Londres en 1831, bajo el título de Bosquejos de Buenos Ayres, Chile y Perú. Los capítulos en que relata su paso por Chile fueron traducidos por Alfredo Ovalle y Félix Nieto, y publicados por la Imprenta Universitaria en 1917 bajo el título de Viaje a Chile durante la época de la Independencia.




LA ARGENTINA VISTA POR VIAJEROS DEL SIGLO XVIII - Juan Muhn S.J.


                                                     Editorial Huarpes - 1946
                              159 pág

VIAJE AL RIO DE LA PLATA - Ulrico Schmidl



                                                                   Emecé - 1997
                                                                       140 pág
                                                             
El alemán Ulrico Schmidl se integró como mercenario a la expedición de Pedro de Mendoza que partió de Sanlúcar Barrameda el 26 de agosto de 1534 hacia el Río de la Plata.
Veinte años permanecería en América, viviendo innumerables peripecias, de regreso a Amberes las cuenta en "La Admirable navegación realizada por el Nuevo Mundo entre Brasil y el Río de la Plata entre los años 1534 al 1554" (uno de sus títulos).
La obra escrita en alemán, tiene carácter militar. Se destaca la ingenuidad del relato y la libertad de los juicios, desde el punto de vista de un soldado que participaba en la conquista americana
Primeras ediciones (en alemán)
La primera edición se publicó en 1567 en una colección de viajes de dos tomos.
La segunda edición, fue en la"Colección de los Grandes Viajes" de Teodoro de Bry (1597), en la Parte VII con el título "América. Descripción verídica e interesante de algunos países e islas de importancia, de que no se ha hecho mención todavía en ninguna crónica, y cuyas exploraciones han sido llevadas a cabo por primera vez en el viaje de navegación del Ulrich Schmidt de Straubing, con grandes peligros y que han sido descriptos y explicados por él con toda diligencia".
En 1599 formó parte de la colección de Levinus Hulsius. en la Parte IV con el título:"Verídica historia de una navegación maravillosa, llevada a cabo por Ulrich Schmidel de Straubing, desde el año 1534 hasta el año 1554, en América o Nuevo Mundo, en el Brasil y Río de la Plata
Ediciones en latín
En 1599 De Bry, realiza una edición en latín con la traducción de Gothard Arthus: "Verídica historia de una navegación maravillosa, llevada a cabo por Ulrich Schmidel de Straubing, desde el año 1534 hasta el año 1554, en América o Nuevo Mundo, en el Brasil y Río de la Plata".
Levinus Hulsius, simultaneamente a su edición en alemán, la publica también en latín, en su portada aparece el autor montado en una llama, y escoltado por indios. La obra está enriquecida con grabados que reproducimos el la galería de imágenes.
En 1903, apareció una edición argentina editada por Bartolomé Mitre y traducida por el etnógrafo uruguayo Samuel Lafone Quevedo (1835-1920), con el título "Viaje al Río de la Plata. 1534-1554"; de cuyo contenido hemos extraído esta presentación.





BUENOS AIRES Y EL INTERIOR - Alexander Gillespie


                                                          Hyspamerica - 1986
                          247 pág


En Buenos Aires y el interior el capitán del ejercito británico Alexander Gillespie nos brinda la extraordinaria visión de Buenos Aires que pudieron contemplar los ingleses que llegaron con la invasión de 1806.
Su lúcido testimonio habla de la hospitalidad de los nativos, de la efervescente situación política en la capital del Virreinato del Río de la Plata, de la omnipresente acción del clero y de las notables costumbres imperantes en las localidades del interior.
No deja de llamar la atención el hecho de que, no obstante el fracaso final de las armas británicas, y a pesar de que estuvo a punto de ser asesinado en dos ocasiones, el Capitán Gillespie muestra haberse llevado del país la mejor de las impresiones, destacando en su narración la valentía y hombría de bien de los argentinos.


Sobre el libro247pp. Título del original en inglés: Gleanings and remarks collected during many months of residence at Buenos Ayres and within the upper country. Traducción y notas de Carlos Aldao. Colección Biblioteca Argentina de Historia y Política. El capitán Alexander Gillespie formó parte de la fuerza expedicionaria británica que invadió el Río de la Plata en 1806. Durante la ocupación de Buenos Aires desempeñó el cargo de comisario de prisioneros y tras la reconquista estuvo confinado en San Antonio de Areco y Calamuchita, circunstancias que le permitieron tomar contacto con la sociedad porteña y observar con detalle las características de algunas áreas del interior del país. La aparición en idioma inglés de Buenos Aires y el interior, un relato de tono ameno y autobiográfico, tuvo lugar en 1818. Las experiencias vividas por su autor revisten al libro de una doble significación: es, por una parte, un testimonio de indudable interés acerca de un acontecimiento militar y político de tanto relieve como la primera invasión inglesa; por otra, un representante algo atípico pero no por ello menos valioso del género de los "viajeros" extranjeros que registraron las impresiónes que les produjo la realidad argentina.





lunes, 13 de enero de 2014

VIAJES A BUENOS AIRES 1826 Y 1831 - Jean Baptiste Douville



                                                                        Emecé
                          1984 - 156 pág



Jean-Baptiste Douville (1794-1837) fue un viajero, aventurero y ocasional comerciante francés que realizó dos viajes a Buenos Aires, el primero en 1826 y 1827, durante la presidencia de Rivadavia y la guerra con el Brasil, y el segundo en 1831, cuando ya Rosas había asumido el gobierno. En el transcurso de su primer viaje desarrolló muchas actividades presuntamente comerciales, algunas decididamente sospechosas de contrabando, por los contactos que sostenía con los jefes de la escuadra brasileña que sitiaba el puerto de Buenos Aires. Al final, todo derivó en un proceso por falsificación de billetes de banco, que Douville atribuyó a la inquina del presidente Rivadavia y su ministro Julián Segundo de Agüero. Sorprendido por la popularidad de los marinos argentinos por el triunfo de Juncal (1827), un año antes que Bacle, instaló el primer taller litográfico dedicado a realizar retratos de próceres con la colaboración del pintor francés Louis Laisney, residente en Buenos Aires, siendo el del almirante Brown el primer elegido, a los que siguieron los de Alvear, Soler, Lavalleja y Mansilla, según los avisos publicados en La Gaceta Mercantil y The British Packet. En su segundo viaje a Buenos Aires, en 1831, pudo viajar hasta Carmen de Patagones y estudiar las costumbres de los indios que asolaban la provincia con sus malones. En 1833 publicó en París este volumen con el título 30 mois de ma vie; Quinze mois avant et quinze mois après mon voyage au Congo, ou Ma justification des infamies débutées contre moi suivie de détails nouveaux et curieux sur les moers et les usages des habitans de Brésil et de Buenos Ayres et d’une description de la colonie Patagonia y del que se conservan dos o tres ejemplares. El retrato del general Balcarce, que acompaña la edición, fue impreso por Douville sobre un dibujo ejecutado por Mariano Moreno, hijo del primer secretario de la Primera Juntade Gobierno de mayo de 1810.


Prólogo y notas del doctor Bonifacio del Carril. [Traducción de Carlota Podestá]. Buenos Aires, Emecé, 1984. 156 p. + rep. fac. en front. + 1 ret. del general Antonio Balcarce + 6 lám. fuera del texto en bl. y n., 19.5 x 13.5 cm. (Colec. Biografías y memorias). 


sábado, 28 de diciembre de 2013

UN BUQUE HOLANDES EN AMERICA DEL SUR - Henrich Ottssen

                                                Oilen, Henrich - Un Buque Holandes En America Del Sur

                      Editorial Huarpes
                       1942 - 116 pág

                                             

                                               



1599 Febrero: llega el buque holandés (una Urca) “Mundo de Plata”, cargada de mercaderías y al mando del primer viajero que hará una reseña de la ciudad de Buenos Aires: Hendrick Ottsen .                                                                

Prólogo

Con la presente publicación Editorial Huarpes inicia la sección destinada a difundir el conocimiento de obras célebres sobre viajes, especialmente de aquellas que aún permanecen olvidadas. Tarea ímproba es ésta, máxime cuando se seleccionan rigurosamente los trabajos, a fin de dar cabida a los que por su seria documentación constituyen un aporte de gran valor para los estudiosos de esas cuestiones.
A esta clase de obras pertenece el Diario de viaje de Enrique Ottssen, el navegante holandés que a fines del siglo XVI llegaba al Río de la Plata.
El título del libro que nos ocupa compendia exactamente el objeto de aquella accidentada expedición, que el 15 de agosto de 1598 zarpara de Amsterdam   -8-   en dirección a las islas Shetland, al norte de Escocia; se dirigía a las Canarias, recorría gran parte del África, hasta la isla de Annobón, tomaba luego hacia el sur del Brasil y, costeando el Uruguay, llegaba a Buenos Aires, su escala terminal.
«Corto y verídico relato de la desgraciada navegación de un buque de Amsterdam llamado el Mundo de Plata, el cual después de reconocer la costa de Guinea fue separado de su almirante por el temporal, y después de muchos peligros cayó finalmente en manos de los portugueses en la Bahía de Todos los Santos donde fue completamente saqueado y destruido. Ocurrido desde el año 1598 hasta el de 1601».
Así tituló Ottssen su interesante Diario, en el que describe objetivamente no sólo los lugares recorridos, sino también los sucesos en que fuera actor principal.
El relato del piloto flamenco, casi desconocido en el mundo, muy brevemente es mencionado en poquísimos catálogos de famosos bibliógrafos. De él se hicieron dos ediciones en holandés: una en 1603 y otra en 1617. Catorce años transcurrieron entre la primera edición y la segunda. La traducción alemana se dio a conocer en 1604, en Francfort del Mein, por la renombrada casa de De Bry e Hijos.   -9-   La Biblioteca Nacional de Buenos Aires posee un ejemplar de la rara edición alemana, que fue adquirido en el año 1904. Tiene 62 páginas de texto impreso y 5 láminas que corresponden a otros tantos asuntos referidos en el libro, en cuya portada hay un grabado que representa a una mujer que, armada con arco y flecha, presencia una cacería cabalgando en un indefinible animal.
Enrique Ottssen fue un valiente navegante, de excepcional capacidad y, sobre todo, fue un cronista bien intencionado, animado siempre por el deseo de ser veraz y exacto en sus descripciones y referencias.

En su relato los estudiosos hallarán expuestas con escrupulosidad y laconismo interesantes informaciones de carácter histórico, científico y geográfico. Todo lo que va viendo o lo que le sucede durante el viaje es descripto sucintamente por el piloto.