sábado, 28 de diciembre de 2013

UN BUQUE HOLANDES EN AMERICA DEL SUR - Henrich Ottssen

                                                Oilen, Henrich - Un Buque Holandes En America Del Sur

                      Editorial Huarpes
                       1942 - 116 pág

                                             

                                               



1599 Febrero: llega el buque holandés (una Urca) “Mundo de Plata”, cargada de mercaderías y al mando del primer viajero que hará una reseña de la ciudad de Buenos Aires: Hendrick Ottsen .                                                                

Prólogo

Con la presente publicación Editorial Huarpes inicia la sección destinada a difundir el conocimiento de obras célebres sobre viajes, especialmente de aquellas que aún permanecen olvidadas. Tarea ímproba es ésta, máxime cuando se seleccionan rigurosamente los trabajos, a fin de dar cabida a los que por su seria documentación constituyen un aporte de gran valor para los estudiosos de esas cuestiones.
A esta clase de obras pertenece el Diario de viaje de Enrique Ottssen, el navegante holandés que a fines del siglo XVI llegaba al Río de la Plata.
El título del libro que nos ocupa compendia exactamente el objeto de aquella accidentada expedición, que el 15 de agosto de 1598 zarpara de Amsterdam   -8-   en dirección a las islas Shetland, al norte de Escocia; se dirigía a las Canarias, recorría gran parte del África, hasta la isla de Annobón, tomaba luego hacia el sur del Brasil y, costeando el Uruguay, llegaba a Buenos Aires, su escala terminal.
«Corto y verídico relato de la desgraciada navegación de un buque de Amsterdam llamado el Mundo de Plata, el cual después de reconocer la costa de Guinea fue separado de su almirante por el temporal, y después de muchos peligros cayó finalmente en manos de los portugueses en la Bahía de Todos los Santos donde fue completamente saqueado y destruido. Ocurrido desde el año 1598 hasta el de 1601».
Así tituló Ottssen su interesante Diario, en el que describe objetivamente no sólo los lugares recorridos, sino también los sucesos en que fuera actor principal.
El relato del piloto flamenco, casi desconocido en el mundo, muy brevemente es mencionado en poquísimos catálogos de famosos bibliógrafos. De él se hicieron dos ediciones en holandés: una en 1603 y otra en 1617. Catorce años transcurrieron entre la primera edición y la segunda. La traducción alemana se dio a conocer en 1604, en Francfort del Mein, por la renombrada casa de De Bry e Hijos.   -9-   La Biblioteca Nacional de Buenos Aires posee un ejemplar de la rara edición alemana, que fue adquirido en el año 1904. Tiene 62 páginas de texto impreso y 5 láminas que corresponden a otros tantos asuntos referidos en el libro, en cuya portada hay un grabado que representa a una mujer que, armada con arco y flecha, presencia una cacería cabalgando en un indefinible animal.
Enrique Ottssen fue un valiente navegante, de excepcional capacidad y, sobre todo, fue un cronista bien intencionado, animado siempre por el deseo de ser veraz y exacto en sus descripciones y referencias.

En su relato los estudiosos hallarán expuestas con escrupulosidad y laconismo interesantes informaciones de carácter histórico, científico y geográfico. Todo lo que va viendo o lo que le sucede durante el viaje es descripto sucintamente por el piloto.

J.R.POINSETT agente norteamericano 1810-1814 - Guillermo Gallardo


                                                                 Emecé
                           1984 - 318 pág


Joel Roberts Poinsett (2 de marzo de 177912 de diciembre de 1851) fue un botánico y estadista estadounidense. Fue miembro de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, el primer Ministro de los Estados Unidos sobre México (no se nombró un embajador para México hasta 1896). Secretario de Guerra en la presidencia de Martin Van Buren y cofundador del Instituto Nacional para la promoción de las Ciencias (un organismo predeceesor de la Smithsonian Institution), en su honor se nombró el Condado de Poinsett y la poinsetia (en México se le conoce como Flor de Nochebuena), una flor asociada con la Navidad.
Nacido en 1779 en CharlestonCarolina del Sur, hijo de Elisha Ponsett y Ann Richards, fue educado en Connecticut y Europa, donde inició estudios de leyes y medicina, que abandonó. Sirvió como “agente especial” en los países de América del Sur desde 1810 a 1814 (fue enviado allí por el presidente James Madison en 1809 para investigar las posibilidades de los revolucionarios en su lucha por la independencia de España), participando en la Guerra de Independencia de Chile, en el ejército chileno al mando del general José Miguel Carrera Verdugo, del cual fue amigo personal.

                                            

viernes, 27 de diciembre de 2013

VIAJE A CHILE A TRAVES DE LOS ANDES - Peter Schmidtmeyer


                                                       Editorial Claridad
                       1947 - 350 pág

Peter Schmidtmeyer, (1772 - 1829), fue un viajero inglés que recorrió Sudamérica entre los años 1820 y 1821 y se interesó en retratar el carácter exótico del recorrido entre Buenos Aires y Santiago. El libro que realizó como registro de su viaje incluye grabados de varios litógrafos extranjeros: Rowney y Forster, C. Motte, Antonio Aglio y G. Sharf.

                                                     Travels into Chile over the Andes in the years 1820 and 1821 :with some sketches of the productions and agriculture ...


                                                   

                                     

                                        

                 
                                                               Posta del Desaguadero

ROSAS VISTO POR UN DIPLOMÁTICO FRANCÉS - Alfredo de Brossard


                                                               Editorial Americana
                           1942 - 372 pág. 

La obra de Alfredo de Brossard, secretario del Conde Alejandro Colona Walewski, enviado en misión especial por Francia ante la Confederación Argentina, se titula: "Consideraciones históricas y políticas sobre las Repúblicas del Plata en sus relaciones con Francia e Inglaterra". Es una obra importante. Original por sus observaciones y por su contribución para el mejor conocimiento de una época y de un personaje argentinos que no pierden interés, dada la riqueza dramática de la una y la complejidad psicológica del otro. El arte literario mucho tiene aún que explotar a ambos en su "pequeña historia". La obra del joven diplomático francés, llegado a Buenos Aires en 1847, se publicó en París, a fines del año 1850. Y aún no ha sido traducida a nuestro idioma. La EDITORIAL AMERICANA, salva ahora tan imperdonable negligencia. Constituyen las "Consideraciones históricas y políticas" de Brossard, estos cinco libros:
1.- Dominación española en el Río de la Plata (1508-1810)
2.- Independencia y Constitución (1810-1829)
3.- Americanismo y civilización (1829-1840)
4.- Intervenciones franco-inglesas (1840-1848)
5.- El General Rosas.
Este último es el más interesante, por ser el fruto de la sagaz penetración y la observación vivaz de su autor en quien se admira la capacidad para abarcar tan extenso y complicado paisaje histórico en el brevísimo tiempo que le tocó vivir en el Río de la Plata (llegó el 10 de mayo y partió el 2 de julio de 1847). Empero, necesario ha sido traducir también los dos libros que preceden a las impresiones de Brossard sobre Rosas. En ellos se introduce al lector en el ambiente mental que el diplomático francés se había hecho de la historia y las costumbres del Plata, como de su juicio sobre los más importantes actores de aquella y de su visión sobre los intereses de estas repúblicas – Brasil, Paraguay, Uruguay y Argentina – relacionados con los de la Francia industrial y burguesa, colonizadora y comercial de mediados del siglo XIX.
Necesariamente, Brozzard habla y juzga como francés. Antes que nada, ve en estas regiones tan ricas de producción prima y sin más industrias que las artesanas, un estupendo mercado para desabarrotar los puertos franceses, y descongestionar el horizonte político de su país, amenazado por la inquietud de un proletariado numeroso y hambriento, a quien las máquinas ya comenzaban a quitar trabajo. No olvidemos que estamos en 1847, a un año, pues, de la revolución del 48, triunfante primero y sangrientamente reprimida después; y que esta revolución del 48 es trascendental en la historia de la evolución humana, porque en ella Europa vio exponer el primer programa de reivindicación obrera.
En los dos primeros libros, los que van desde el descubrimiento de Solís hasta 1829, Brossard reproduce lo que ha leído. No tienen, pues, la importancia que poseen los tres siguientes, sobretodo el último, - como ya lo dijimos -, visión directa y documental del gobernante porteño.
Hallamos en estos libros páginas tan interesantes como las dedicadas a los retratos de Rivera, Oribe, Rosas, el doctor Francia del Paraguay, y sus paralelos. Recalca también Brossard la admiración que Rosas siente por el doctor Francia y como éste es su maestro hasta cierto punto. La política de aislamiento en la que Rosas se empecinó – aún centro de loas, como ejemplo de "nacionalismo", por historiadores de visión limitada – y que terminó por llevarle al fracaso, tiene su modelo en el Paraguay del doctor Francia. Brossard insiste en que uno y otro país, el colonial y mediterráneo Paraguay, y la Argentina, abierta al océano y ya influenciada por Europa -¡que Rivadavia y sus "legistas hablantines" no en vano habían vivido! – eran muy diversos para poder ser gobernados de igual manera. El doctor Francia pudo imponer el aislamiento al Paraguay y transmitírselo como sistema de gobierno a los gobernantes que le sucedieron: los López; su discípulo, Rosas, en cambio, jamás consiguió aislar totalmente, no sólo a la Argentina, ni aún al litoral; tampoco a la provincia de Buenos Aires. En cuanto al proteccionismo aduanero que le valió el apoyo de los hacendados y latifundistas bonaerenses, de quienes era él la más acabada expresión y el más celoso guardián de los intereses comunes, Brossard lo juzga: "El sistema financiero de Rosas no es otro que el de la bancarrota organizada".
Un año más, y la predicción se cumpliría. El librecambismo de Moreno, o sea Mayo, llegaría con las huestes de los hombres del litoral brasileño – uruguayo – argentino que necesitaban la libertad de los ríos interiores que el "colonial" Rosas les negaba, encastillado, a lo godo, en su idea del puerto único. Los discípulos de Echeverría, los jóvenes conspiradores de la Asociación de Mayo, maduros ya, se aproximaban, y las plumas de Alberdi y Sarmiento ennegrecían papel para terminar con el hombre que había intentado – para beneficio de su clase, los ganaderos y saladeristas – detener la evolución del país. Brossard, hombre que demuestra profundas preocupaciones económicas y que ve la parte interna de la política, no se engaña con respecto al sistema que mantiene a Rosas y sus estancieros en el poder. A pesar de los triunfos de sus armas, el diplomático francés comprende su inestabilidad: Rosas es un reaccionario. De frente al porvenir, pretende detenerlo. Esto es ir contra la naturaleza. Las fuerzas vitales de la nación, fatalmente, rebasarán el dique, por más que éste se halle representado por ese hombre de una voluntad, una energía y una astucia verdaderamente extraordinarias. Y este es otro punto en el cual podemos apreciar las vistas del secretario de la Misión Francesa. Muchos historiadores de Rosas – enemigos o partidarios – se han entretenido en pintar, con vivos colores, al hombre fuerte que en él había: déspota cruel para sus adversarios, patriota celoso para sus adictos. Brossard nos hace ver, sobretodo, en qué reside el secreto de los triunfos de Rosas: en su astucia. No es un "guerrero" este general sin batallas; no es un caudillo como Quiroga, bravo hasta lo inverosímil; pero es un político. De tener al agudo Machiavelo como historiador, ¡qué catecismo de florentina sutilidad diplomático-política pudo dejarnos el autor de "El Príncipe" con ejemplos sacados de este "gaucho" de las pampas que no lo leyó nunca! ("¡Bah, cosa de gringo!" – como él diría). En la vieja sangre europea de este criollo rubio, dilúyanse, ¡vaya a saber qué experiencias vividas en cortes medioevales o renacentistas!
Prueba de ello, el "romance" que Don Juan Manuel hace vivir a su pobre hija Manuelita, instrumento de su voluntariosa astucia, con lord Howden, el representante de Inglaterra que, al par de Walewski, integraba la 3ª. de las misiones anglo-francesas ante el señor feudal de Palermo.
Lord Howden, hombre maduro, divorciado de su esposa y por este fracaso tal vez predispuesto al amor, llega a Buenos Aires y se relaciona con Manuelita, entonces de veintiocho años. La vivacidad, el encanto, quizás lo exótico de esta criolla, cordial y esbelta, seducen al ingenuo cortesano inglés, harto de tanta rigidez protocolar. La galantea. Y como es sentimental, este John Hobar Casadoc, lord Howden, barón de Irlanda, par del Reino Unido, caballero de varias Ordenes y coronel de los ejércitos de Su Majestad Británica, tiende un puente de amor que, pasando sobre sus títulos y tradiciones, une su corazón de hombre maduro y desilusionado, con el tierno, limpio corazón – él lo supone – de aquella joven, hija queridísima de un gobernador de gauchos. Algo así como una reina de salvajes. Pero en aquel corazón limpio y tierno impera un hombre. Y un hombre terrible. Rosas manipula con él y de él se vale para jugar con el diplomático de Gran Bretaña. Las cartas de Manuelita en respuesta a las corteses epístolas del lord, es Rosas quien las contesta. Ella solo copia. Se hacen paseos, cabalgatas a Santos Lugares, a la Boca, a la Blanqueada (Belgrano); Manuelita habla con el lord, lo entera, a su modo, - mejor al modo de Rosas – de quienes son los "unitarios" y de sus criminales proyectos. Lord Howden escucha y cree. Ya no es el enviado de una nación bloqueadora, es el aliado del "Tatita" de aquella joven que se apoya en él contra los enemigos de su padre. Y como Lord Howden es caballeresco, propone a Manuelita casarse con ella…
La misión Waleski-Howden ya ha fracasado. El enviado francés ha partido de Buenos Aires. En este fracaso ha tenido su buena parte de culpa el inoportuno amor del representante inglés, fríamente dirigido por las blancas manos del gaucho de los Cerrillos, que si aquí aprendió a domar potros, nació sabiendo domar hombres, y no sólo "a lo gaucho", sino también "a lo indio pampa", con sus suaves modos diplomáticos y arrumacos políticos.
Lord Howden se puso en conflicto con el conde Waleski y levantó el bloqueo de la escuadra inglesa. Rosas, una vez más, había triunfado. Entonces se dedicó a que la joven se alejase del hombre maduro que la cortejaba. Y Manuelita, siempre fría y dócil, instrumento impasible, siempre sin vibración humana, así lo hizo…
La discreción era necesaria por cuanto Brossard, discreto, - según cabe a un historiador que también es diplomático, - nada dice del romance al hablar del fracaso de la misión.
Aunque ésta es la primera traducción que a nuestro idioma se hace en libro de las páginas en que Brossard habla de Rosas, antes, algunas de ellas, fueron vertidas fragmentariamente: A la aparición del libro en París, el diario "El Comercio del Plata" – ya dirigido por Valentín Alsina, por el asesinato de Florencio Varela – publica desde la ciudad sitiada – Montevideo – una serie de artículos. En unos lo comenta; en otros se ciñe a traducir algún capítulo, a ponerle notas, a entrar con él en polémica. Desde el 26 de febrero hasta el 17 de mayo de 1851, el "Comercio del Plata" se ocupa del libro de Brossard. Prueba esto que no escapó a los intelectuales contemporáneos la importancia de la obra.
1942

jueves, 28 de noviembre de 2013

VIAJEROS - Gustavo Giovagnoli



                                                                   Sudamericana
                                                                  2008 - 207 pág

Solapa:Gustavo Giovagnoli nació en Buenos Aires en 1959. Es licenciado en Letras, egresado de la UBA. Navegó durante más de diez años en buques de la marina mercante. Ha recibido varias distinciones por su trabajo literario; entre ellas del Fondo Nacional de las Artes y de la Secretaría de Cultura de la Ciudad. Actualmente se dedica a la investigación y a la docencia. viajeros.sud@gmail.comContratapa:Giovanoli da muestras de ser un excelente narrador y un excelente cronista en esta revisión de viajes y viajeros que vinieron a la Argentina para contarla. Con una sobriedad y una economía de medios admirables, nos hace saber cómo se construyó esa patria extraordinaria y paralela, medida por el recuento y el asombro. Los temperamentos y los itinerarios reflejan la aventura que deparaba este sur inexorable a miradas muy distintas. Los primeros viajeros no parecen aventajar a los últimos en coraje y peripecia; y los últimos solicitan una atención corregida por la experiencia reciente para que nosotros, lectores, tengamos una perspectiva cabal de esa semblanza. Un paseo imprescindible por una geografía compuesta ya de aciertos, errores, conquistas, fruiciones y perplejidades que nadie debe dejar de leer.

Hay un libro reciente, escrito por Gustavo Giovagnoli, quien, además de ser licenciado en Letras por la Universidad de Buenos Aires, realizó numerosos viajes durante una década en buques de la marina mercante. El texto que ha visto la luz se llama “Viajeros”, y bien resume lo que trata la frase que sigue al título: “Testimonios de extranjeros que visitaron la Argentina desde 1520 hasta hoy”.
Antes de avanzar en algunos puntos sobresalientes de la publicación conviene decir que su autor ha logrado articular un relato de la mirada extranjera sobre nuestro país, lo que requiere, para el lector, librarse de prejuicios, y adentrarse en estas historias, reales y documentadas, con un espíritu de amplia autocrítica. Acostumbrados a creer que nosotros mismos podemos dilucidar el gran misterio llamado Argentina, este aporte trae, sin embargo, testimonios, sensaciones y hasta preguntas, que aportan renovadas visiones de nuestra historia. La invitación para compartir el texto es, quizá, apropiada para intentar un debate más serio y profundo frente al Bicentenario. Increíblemente, uno de los escenarios del libro se sitúa en el primer Centenario del país, y, vaya paradojas, el país parece calcado de algunas discusiones y realidades que dominan los días un siglo después.
Para intentar un resumen hay que decir que el primer extranjero en registrar su paso por el país fue el italiano Antonio Pigafetta, venido en la expedición al mando de Hernando de Magallanes, en 1519, tripulación que sólo estaba integrada por hombres. Gracias a sus invenciones se extendería por algunos siglos el mito de los gigantes de la Patagonia, aquellos hombres que más bien fueron producto del fervor literario y el elemento exótico de este confín del mundo que comenzaba a ser explorado: “Durante dos meses no vimos alma viviente por aquella tierra; un día apareció de improviso en la playa un hombre de estatura gigantesca, casi desnudo, que, bailando y cantando, se echaba arena en la cabeza”.
El relato del libro, como se ha dicho, se articula con los documentos y libros de varios viajeros, categoría que el mundo parece haber perdido en los vaivenes del turismo, las experiencias masticadas y la escasa voluntad que suele verse en aquellos que viajan por entender y comprender, y, más aún, vivir, el lugar que se visita. El alemán Ulrico Schmidel deja testimonio en su célebre y costosísimo libro “Viaje al Río de la Plata”, un cuarto de siglo más tarde, del primer intento de asentamiento en la actual Buenos Aires. Schmidel era uno de los que integraban la tripulación a cargo de Pedro de Mendoza. Aquella fundación sucedió en el actual Parque Lezama, la divisoria entre los barrios de San Telmo, la Boca y Barracas.
El hambre de aquellos expedicionarios fue atroz. Basta repasar uno de los párrafos más visitados de Schmidel para entender lo que significaba vivir aquí hace 500 años: “Sucedió que tres españoles robaron un caballo y se lo comieron a escondidas. Y así esto se supo se los prendió y se les dio tormento para que confesaran. Entonces se pronunció la sentencia de que se ajusticiara a los tres españoles y se los colgara en una horca”. Pero la historia no termina aquí. “Ni bien se los había ajusticiado y se hizo de noche, y cada uno se fue a su casa, algunos españoles cortaron los muslos y otros pedazos del cuerpo de los ahorcados, se los llevaron a sus casas y allí se lo comieron. También ocurrió entonces que un español se comió a su propio hermano que había muerto. Esto ha sucedido en el año 1535, en el día de Corpus Christi, en la referida ciudad de Buenos Aires”, registra Schmidel.
Una de las cuatro citas que comienzan el texto, una verdadera melange que oscila entre Ruy Díaz de Guzmán, el escritor Gram. Greene, el estoico Plinio y la condesa Eugenia de Chikoff, es un buen cierre para terminar esta primera nota sobre algunos de los viajeros que han pasado y que Gustavo Giovagnoli ha condensado en forma didáctica y muy amena. Y es la cita de Plinio un buen final. Observa el autor de Historia Naturalis:“Emprendemos largos viajes y surcamos vastos mares para ver cosas que, cuando las tenemos ante nuestros ojos, nos pasan inadvertidas”.


VEINTE AÑOS EN BUENOS AIRES 1745 - 1765 - Rodolfo G. de Nevares


                         Editorial Dunken
                          2010 - 173 pág  




El libro que tiene en sus manos, estimado lector, es un relato sobre los años que Pedro de Nevares Trespalacios, oriundo de Asturias, vivió en Buenos Aires, entre 1745 y 1765. Para darle un marco a este período de su vida, nos extendemos sobre su regreso a España, su casamiento en Sanlúcar de Barrameda, y sus viajes posteriores también a Buenos Aires, en 1784 y 1788.Pienso que el relato será de interés para aquellos lectores cuyos ascendientes emigraron de España a Buenos Aires, como tantos otros, en busca de nuevos horizontes. También, a propósito del bicentenario de la República, es una manera de refrescar cómo era la vida en Buenos Aires en aquellos tiempos en que ésta era una colonia del reino de España. 

VIAJE A LA ARGENTINA, URUGUAY Y BRASIL 1830 - 1834 - Arséne Isabelle


                                                                   Emecé
                         2001 - 315 pág





Arsène Isabelle o Arsenio Isabelle ( Le Havre, Francia, 1795 – 13 de enero de 1879) fue un viajero explorador, naturalista, diplomático, comerciante y periodista francés, llegó al Uruguay en 1830 y casi de inmediato inició un viaje por Argentina, Brasil y Uruguay, que culminó con su conocido libro Voyage à Buénos Ayres et à Porto Alegre, par la Banda Oriental, de 1835.
En Uruguay se vinculó rápidamente al medio científico, participando en la primera excursión científica del Museo Nacional de Historia Natural de Uruguay, en 1837, junto con Bernardo Prudencio Berro Larrañaga y Teodoro Miguel Vilardebó. En el Herbario del Museo se conservan plantas colectadas por él entre 1838 y 1839.
  • Cuántos hombres de todo el mundo se han dejado engañar por el pomposo nombre de Río de la Plata!! El nombre engañador del Plata le fue dado, seguramente, por desprecio, porque no se ha encontrado jamás una partícula de oro o plata en este río o sus afluentes. Se diría que los primeros conquistadores, para consolarse de aquel chasco han querido, a su vez, engañar a los aventureros que siguieran sus huellas...
Traducción de Pablo Palant. Título original: Voyage à Buenos Ayres et à Porto Alegre, par la Banda Oriental, les missions d'Uruguay et la province de Rio Grande Do Sul