lunes, 18 de agosto de 2014

PLAN FRANCÉS DE CONQUISTA DE BUENOS AIRES - Barthélemy de Massiac


                                                                   Emecé
                         1999 -186 pág


Nos encontramos con un personaje que pudo ser gravitante en la toma de decisión por parte de Luis XIV de invadir militarmente el Río de la Plata, nos referimos al ingeniero militar Barthélemy de Massiac. Vale la pena dedicar parte de este trabajo para conocer las actividades de este francés que disfrazado de catalán llegó al Río de la Plata en abril de 1660.
            Permaneciendo allí dos años, hasta 1662. Durante su estadía en Buenos Aires éste gentil hombre francés escribió un documento llamado "Memoria" que apareció publicado en el año 1933 en el "Journal de la Societé des Americanistes" con prólogo de Paul Roussier y cuya traducción apareció en el N'1 año 1 de la revista Historia con prólogo de Raúl Molina, conocido historiador argentino. Gracias al muy minucioso trabajo de investigación publicado por Maud de Ridder de Zemborain sobre el personaje que nos ocupa y sus andanzas en Buenos Aires, hemos podido conocer más, tanto de Massiac, como de su plan para que Buenos Aires pasara a manos francesas y en consecuencia acceder a las riquezas del Perú.
            La familia Massiac afincada en Narbona tuvo tres hijos, el mayor de los cuales, Pierre siguió la carrera militar siendo ingeniero, el menor Guillaume estudió abogacía y Bartélemy si bien se consagró a la iglesia en un principio, optó más tarde también por la carrera militar. Ambos hermanos combaten contra España hasta que las dificultades de Francia en materia financiera detienen las campañas militares contra aquella nación. Los dos hermanos pasan a Portugal y previo contrato; Pierre como ingeniero militar y Barthélemy como estudiante de la misma carrera.
            En febrero de 1651, éste, ya recibido de ingeniero militar es contratado para la construcción de fortificaciones en Angola, desembarcando en San Pablo de la Asunción de Luanda, capital y único puerto de la colonia portuguesa, a donde llega en marzo de 1652. Durante ocho años permaneció en Angola, construyó dos fuertes: San Miguel del Morro y Nuestra Sra. De la Güida. Massiac, siempre inquieto y con su obra finita, quería regresar a Europa pero no había pasajeros en los navíos que salían de Luanda cargados de esclavos y mercaderías. La oportunidad de regresar se le presenta ante el anuncio de que la urca holandesa de 300 toneladas; "Nuestra Señora del Destierro y San Juan Bautista" partiría en breve hacia Lisboa vía Buenos Aires.
            Massiac se entera por el capitán de la nave; Gerard Hartman, holandés casado con una bahiana y experto navegante de la ruta Africa-América que en el Río de la Plata se hacían pingües negocios vendiendo mercaderías varias y esclavos africanos. Ni corto ni perezoso Barthelemy invirtió todo su capital en esclavos y mercaderías.
            Con más de ochocientos esclavos negros, 25 viajeros, entre portugueses y españoles (de estos, cuatro eran en realidad franceses, entre ellos Massiac) y los 18 holandeses de la tripulación, la urca cargada con infinidad de mercaderías, parte de Luanda en enero de 1660 con rumbo a Buenos Aires.
            Pese a lo afirmado por el capitán Hartman, España mediante Real Cédula despachada en julio de 1648, o sea 12 años antes determinaba que a los holandeses les estaba totalmente vedado el ingreso a los puertos de su Majestad Católica y por ende todo tipo de comercio.
            Pero Baigorri y Ruiz Gobernador de Buenos Aires solicitó que para exportar su único recurso: cueros y sebo, se le autorizara un navío de registro al año. Esta disposición fue generadora de todo tipo de contrabando ya que los navíos llegaban aduciendo necesitar bastimentos y aprovechaban para vender las mercancías de la carga.
            Al llegar frente al Pago de La Magdalena luego de 15 días de estar fondeados en la Isla de Flores por mal tiempo -el 3 de abril de 1660 al amanecer, son atacados por un corsario holandés que hacía unos días había llegado a Buenos Aires; se trataba de la fragata "Las Armas de Amsterdam" al mando del capitán corsario Abel Hendricksz. Al cabo de un cañoneo "Nuestra Sra. del Destierro" es embicada en la costa para tratar de salvar los tripulantes y la carga. El corsario holandés no les da tiempo y les ordena que bajen a tierra, capturando el casco y la carga contenida en él. Las víctimas del ataque, la mayoría desnudos son a su vez capturados, junto con muchos de los negros, por las autoridades españolas y conducidos a Buenos Aires.
            Massiac al igual que el resto de los capturados son interrogados por las autoridades de la manera acostumbrada. En su declaración nuestro personaje asume la identidad de Bartolomé de Maziaca de Pedraza, catalán de 35 años de edad sin oficio.
            Luego de estos sucesos se genera un largo pleito entre España, el corsario holandés y los viajeros por la ertenencia de los esclavos y las mercaderías, determinando que Massiac al igual que el resto deban permanecer en Buenos Aires.
            Durante los dos años que Barthélemy reside en Buenos Aires se relaciona con dos personas que gravitaran decisivamente en su manera de pensar con relación a que Francia podía y debía conquistar el Río de la Plata. Una de ellas fue el Padre Bertot sacerdote jesuita con quien mantuvo larga correspondencia a través de la cual lo informó de todo lo relativo a las Misiones; su funcionamiento, organización y potencial económico.

DEL RIO GRANDE AL PLATA - Hans Joachim Wulschner


                                                        Editorial Sudamericana
                         1977 - 348 pág
Editorial: Editorial Sudamericana, Buenos Aires
Año de publicación: 1976
Encuadernación: Rústica - Soft Cover

Sobre el libro348pp. Título del original en alemán: "Vom Rio Grande zum La Plata". Traducción de Willy Kemp. Nueva complilación de crónicas de viajes realizados por alemanes en el siglo XIX por el continente sudamericano. Informes de viajeros alemanes sobre la América del Sur del siglo XIX. Vivos y coloridos testimonios que nos permiten descubrir cómo nos vieron y de ese modo redescubrirnos. Contiene ilustraciones en blanco y negro.


EXPEDICIONES GERMÁNICAS AL RÍO DE LA PLATA EN EL SIGLO XIX
            Algunas de las que tuvieron lugar en el siglo XVIII han sido comentadas por el historiador Juan Villegas  (11).
            En cuanto al siglo XIX puede ser útil rever sintéticamente varias expediciones germánicas al Río de la Plata realizadas en dicho siglo.  Así, se refiere la expedición deVollmer “alrededor del mundo” (12) que efectuó una descripción de las costumbres imperantes en Montevideo en 1825.
            También se documenta por C. Skogman el viaje a vela alrededor del mundo de la fragata sueca EUGENIE que ancló en Montevideo en diciembre 29 de 1851, redactando su capitán una detallada descripción de la ciudad (13)..
            La intensificación de la política comercial del Imperio Austrohúngaro dirigida a América del Sur motivó la organización de la expedición alrededor del mundo de la fragata NOVARA, citada anteriormente, que recaló en Río de Janeiro y Valparaíso (14), entre otros puertos, salteando Montevideo.
            Un viajero prusiano, Max von Versen, arribó a Montevideo en abril 28 de 1867. Sin desembarcar, debido a la epidemia de cólera, escribió sobre la actividad saladeril, fruto de una conversación con un experto alemán en conservación de carnes (15).
            En 1868 el alemán Hermann Burmeister (Stralsund 1807-Buenos Aires 1892) visitó el Uruguay y la Confederación Argentina en un segundo viaje, --habiendo realizado el primero al Brasil en 1850 (16).
            Johann Jacob von Tschudi fue otro viajero y diplomático, suizo, que realizó una escala en Montevideo en 1887, proveniente de Río de Janeiro en ruta hacia Buenos Aires. Abrevió su escala en Montevideo por temor a la ruptura de hostilidades entre  Buenos  Aires  y  la Confederación Argentina que podría impedirle la entrada al puerto de Buenos Aires (17).
            No todos los relatos y diarios de navegación escritos por los viajeros y capitanes de barcos que recalaron en Montevideo en el siglo XIX ofrecen interés histórico. Así, en abril 16 de 1874 fondeó en el puerto de Montevideo el buque ballenero y lobero alemán GRÖNLAND, proveniente de Port Stanley (islas Malvinas) “para la pesca de ballenas y la caza de focas”, comandado por el Capitán Eduard  Dallmann.   Su “Diario de Viaje” manuscrito (18) carece de interés en lo referente a Montevideo 

martes, 5 de agosto de 2014

HISTORIA DE UN VIAJE A LAS ISLAS MALVINAS - Dom Pernetty


                                                                       eudeba
                          2012 - 333 pág

VIAJE A ARGENTINA, URUGUAY Y BRASIL EN 1830 - Arsenio Isabelle


                                                        Editorial Americana
                         1943 - 450 pág.

lunes, 30 de junio de 2014

VIAJEROS CIENTÍFICOS EN LA PATAGONIA - Aquiles D. Ygobone


   Editorial Galerna 
1977 -193 pág
Ilustración de tapa: Douglas Wright. La prédica histórica y científica sobre la Patagonia y las Islas Malvinas es un deber ineludible del patriotismo. Divulgar sus hechos constituye no sólo una cronología más de la Patria —todas caben en nuestro reconocimiento— sino que es un imperativo moral que contribuirá a estructurar la conciencia de la nacionalidad que el país necesita para realizar su gran destino. 
El doctor Aquiles Ygobone ha dedicado varias décadas de su existencia a cumplir este mandato porque, con preocupación de estudioso y pasión de argentino, ha logrado compenetrarse de esa realidad múltiple y plena de posibilidades. En este libro, obra de gran aliento, el autor evoca la memoria de las figuras que tan hondamente plantaron los primeros mojones civilizadores en las regiones de nuestro sur.

VIAJE A CABALLO POR LAS PROVINCIAS ARGENTINAS - William Mac Cann

                                                     
                                                           Imprenta Ferrari 
                                                            1939 - 242 pág

LAS PROVINCIAS DEL NORTE - Cap. Joseph Andrews


                                                      Univ. Nac. de Tucumán 
                       1967 - 109 pág


Es conocido el libro que el capitán de Marina Joseph Andrews dedicó a su viaje de 1825 por el interior del país. Hay allí muchas páginas sobre Tucumán. Como se sabe, aspiraba a un contrato oficial para la explotación de minas, que finalmente no logró.
Narra, en una parte, el paseo que realizó con uno de los diputados, Tomás Ugarte, como invitado a la propiedad de éste en la falda de la montaña. En "una especie de carruaje de lord Mayor, de bastante feo aspecto", cubrieron las siete leguas de distancia desde la ciudad. Andrews alababa la hospitalidad de Ugarte y su ánimo de poner la finca a disposición de la compañía minera planeada. Se suponía que esas tierras tendrían "algunas vetas vírgenes de mineral".
Después del almuerzo, fueron hasta una loma para apreciar el paisaje. El espectáculo de las montañas fascinó a Andrews. Primero, por el posible provecho económico. Pensaba que "estas maravillas de la naturaleza serán algún día exploradas por ingleses y sometidas a explotación minera, en beneficio de la riqueza comercial del país". Narra que con Ugarte edificaban castillos en el aire, y el lector, escribía Andrews, debía imaginarse "el desagrado que sentí al ver desvanecerse mis ilusiones y mis castillos".
Pero también estaba la emoción estética. "Mi espíritu se inundaba de gozo en aquel momento, como durante otros que pasé en la bellísima provincia de Tucumán".
Esto lo llevaba a insertar un poema suyo, que Carlos Aldao traduce así: 
"La mente levanta hoy un edificio/ que antes de mañana se convierte en ruinas;/ hoy la esperanza arrobadora deleita el pecho,/ mañana el disgusto es su huésped;/ como la gloria de sol dora la nube matutina,/ que la tarde apaga en la mortaja lóbrega de la noche". Agregaba: "que exprese mis pensamientos en prosa o verso, poco importa, la cuestión es expresarlos. No alcanzaría a comprender porqué el hombre de mar, teniendo oído musical y unas cuantas palabras sonoras en su cabeza, no ha de poder darles salida, a menos que tema provocar la cólera que Neptuno suele demostrar ante los poetas navales"...