Emecé
1999 -186 pág
Nos encontramos con un personaje que pudo ser gravitante en la toma de decisión por parte de Luis XIV de invadir militarmente el Río de la Plata, nos referimos al ingeniero militar Barthélemy de Massiac. Vale la pena dedicar parte de este trabajo para conocer las actividades de este francés que disfrazado de catalán llegó al Río de la Plata en abril de 1660.
Permaneciendo allí dos años, hasta 1662. Durante su estadía en Buenos Aires éste gentil hombre francés escribió un documento llamado "Memoria" que apareció publicado en el año 1933 en el "Journal de la Societé des Americanistes" con prólogo de Paul Roussier y cuya traducción apareció en el N'1 año 1 de la revista Historia con prólogo de Raúl Molina, conocido historiador argentino. Gracias al muy minucioso trabajo de investigación publicado por Maud de Ridder de Zemborain sobre el personaje que nos ocupa y sus andanzas en Buenos Aires, hemos podido conocer más, tanto de Massiac, como de su plan para que Buenos Aires pasara a manos francesas y en consecuencia acceder a las riquezas del Perú.
La familia Massiac afincada en Narbona tuvo tres hijos, el mayor de los cuales, Pierre siguió la carrera militar siendo ingeniero, el menor Guillaume estudió abogacía y Bartélemy si bien se consagró a la iglesia en un principio, optó más tarde también por la carrera militar. Ambos hermanos combaten contra España hasta que las dificultades de Francia en materia financiera detienen las campañas militares contra aquella nación. Los dos hermanos pasan a Portugal y previo contrato; Pierre como ingeniero militar y Barthélemy como estudiante de la misma carrera.
En febrero de 1651, éste, ya recibido de ingeniero militar es contratado para la construcción de fortificaciones en Angola, desembarcando en San Pablo de la Asunción de Luanda, capital y único puerto de la colonia portuguesa, a donde llega en marzo de 1652. Durante ocho años permaneció en Angola, construyó dos fuertes: San Miguel del Morro y Nuestra Sra. De la Güida. Massiac, siempre inquieto y con su obra finita, quería regresar a Europa pero no había pasajeros en los navíos que salían de Luanda cargados de esclavos y mercaderías. La oportunidad de regresar se le presenta ante el anuncio de que la urca holandesa de 300 toneladas; "Nuestra Señora del Destierro y San Juan Bautista" partiría en breve hacia Lisboa vía Buenos Aires.
Massiac se entera por el capitán de la nave; Gerard Hartman, holandés casado con una bahiana y experto navegante de la ruta Africa-América que en el Río de la Plata se hacían pingües negocios vendiendo mercaderías varias y esclavos africanos. Ni corto ni perezoso Barthelemy invirtió todo su capital en esclavos y mercaderías.
Con más de ochocientos esclavos negros, 25 viajeros, entre portugueses y españoles (de estos, cuatro eran en realidad franceses, entre ellos Massiac) y los 18 holandeses de la tripulación, la urca cargada con infinidad de mercaderías, parte de Luanda en enero de 1660 con rumbo a Buenos Aires.
Pese a lo afirmado por el capitán Hartman, España mediante Real Cédula despachada en julio de 1648, o sea 12 años antes determinaba que a los holandeses les estaba totalmente vedado el ingreso a los puertos de su Majestad Católica y por ende todo tipo de comercio.
Pero Baigorri y Ruiz Gobernador de Buenos Aires solicitó que para exportar su único recurso: cueros y sebo, se le autorizara un navío de registro al año. Esta disposición fue generadora de todo tipo de contrabando ya que los navíos llegaban aduciendo necesitar bastimentos y aprovechaban para vender las mercancías de la carga.
Al llegar frente al Pago de La Magdalena luego de 15 días de estar fondeados en la Isla de Flores por mal tiempo -el 3 de abril de 1660 al amanecer, son atacados por un corsario holandés que hacía unos días había llegado a Buenos Aires; se trataba de la fragata "Las Armas de Amsterdam" al mando del capitán corsario Abel Hendricksz. Al cabo de un cañoneo "Nuestra Sra. del Destierro" es embicada en la costa para tratar de salvar los tripulantes y la carga. El corsario holandés no les da tiempo y les ordena que bajen a tierra, capturando el casco y la carga contenida en él. Las víctimas del ataque, la mayoría desnudos son a su vez capturados, junto con muchos de los negros, por las autoridades españolas y conducidos a Buenos Aires.
Massiac al igual que el resto de los capturados son interrogados por las autoridades de la manera acostumbrada. En su declaración nuestro personaje asume la identidad de Bartolomé de Maziaca de Pedraza, catalán de 35 años de edad sin oficio.
Luego de estos sucesos se genera un largo pleito entre España, el corsario holandés y los viajeros por la ertenencia de los esclavos y las mercaderías, determinando que Massiac al igual que el resto deban permanecer en Buenos Aires.
Durante los dos años que Barthélemy reside en Buenos Aires se relaciona con dos personas que gravitaran decisivamente en su manera de pensar con relación a que Francia podía y debía conquistar el Río de la Plata. Una de ellas fue el Padre Bertot sacerdote jesuita con quien mantuvo larga correspondencia a través de la cual lo informó de todo lo relativo a las Misiones; su funcionamiento, organización y potencial económico.
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