Academia Nacional de la Historia
2008 - 271 pág
Alfred Louis Hubert Ghislain Marbais du Graty, Alfredo Marbais Du Graty,Alfred Marbais du Graty o Alfred Marbais du Graty (Mons, Bélgica, 5 de diciembre de 1823 - Bruselas, 20 de marzo de 1891) fue un naturalista,geógrafo e historiador belga .
El Gobernador de la provincia de Entre Ríos general Justo José de Urquizalleva adelante un vasto plan de organización de las instituciones de gobierno, educación, cultura y ciencia, en la provincia, primero, y luego en todo el país, como presidente de la Confederación Argentina, a partir de1853.
Entonces, trae a su provincia a varios naturalistas y pensadores extranjeros, para desarrollar importantes tareas de descripción y estudio de las riquezas naturales del país. Dos de ellos, por ejemplo, fueron los franceses Victor de Moussy y Augusto Bravard. Y hubo un caso curioso, como el del coronel belga Alfredo Marbais, luego barón Du Graty, que tiene una destacada actuación en los ejércitos de la Confederación, y después se dedica a la ciencia y la cultura, donde desarrolló una intensa actividad.
Du Graty nace en el seno de una aristocrática familia belga. Realiza estudios en la Escuela Militar de Bruselas, y llega aBrasil como agregado militar a la delegación belga en Río de Janeiro, en 1850. De allí viaja a la Argentina en 1851, donde intervino en las luchas contra Juan Manuel de Rosas. Ofrece sus servicios al general Justo José de Urquiza, quien lo incorporó al ejército entrerriano con el grado de sargento mayor de artillería.
En 1851, hizo la campaña contra el ejército sitiador de Montevideo como Jefe de la División San José. Asistió al pasaje delrío Paraná por el ejército libertador, y estuvo en la batalla de Caseros, en 1852.
Organizado el país constitucionalmente, Du Graty continuó en el ejército prestando servicios en Entre Ríos. En 1854, nombrado edecán del presidente Urquiza, fue promovido a coronel efectivo. En ese año, el ministro de Guerra lo comisiona juntamente con Marcos Paz para practicar una inspección de la línea de defensa contra las naciones originarias, establecida desde la época colonial a lo largo del río Salado (Buenos Aires).
Pronto, Du Graty relegó la carrera de las armas por la ciencia. Creado el Museo Nacional en Paraná, fue designado director en 1854, y tuvo a su cargo la organización, estudio y clasificación del material, desempeñándose hasta 1857, año en que renunció siendo nombrado en su remplazo el naturalista francés Augusto Bravard. La firma de un contrato de explotación de minas en Catamarca por Urquiza, lo convirtió en administrador del establecimiento que debía dirigir personalmente.
En 1855, fue comisionado para preparar la muestra argentina en la Exposición Internacional de París. Du Graty redactó entonces una Memoria sobre la riqueza minera de la Confederación Argentina, que llamó la atención en algunos centros de Europa, según la opinión de Alberdi, y dos años después, otro sobre producción agrícola, con el mismo objetivo.
En 1856, fue elegido diputado suplente por la provincia de Tucumán, cargo que desempeñó hasta 1858. En esa fecha fue electo por la provincia de Santiago del Estero, siendo su diploma impugnado, dado que no tenía cuatro años de ciudadanía en ejercicio. El 20 de abril de 1858, le fue otorgada la carta de ciudadanía argentina por el vicepresidente Salvador María del Carril, en ejercicio de la presidencia.
Más tarde, fue jefe de la Artillería de Rosario (Argentina), y, terminada esta comisión, se incorporó al periodismo como redactor del El Nacional Argentino, órgano oficial del gobierno. Fue oficial mayor de la Aduana y del Ministerio de Relaciones Exteriores.
En 1858, en París, publica el libro La Confederación Argentina, (La Confédération Argentine), obra destinada a ilustrar a sus compatriotas acerca del país donde podían radicarse. Dedica una sección a topografía, comercio e industrias, en especial, cultivos y minas. La obra, que consta de cinco capítulos, un apéndice documental y excelente material ilustrativo, era la satisfacción del proyecto de Urquiza de promover el país ante la mirada de los europeos, a los que imaginaba como la mano de obra que debía impulsar la producción y la cultura argentinas.