lunes, 30 de junio de 2014

VIAJEROS CIENTÍFICOS EN LA PATAGONIA - Aquiles D. Ygobone


   Editorial Galerna 
1977 -193 pág
Ilustración de tapa: Douglas Wright. La prédica histórica y científica sobre la Patagonia y las Islas Malvinas es un deber ineludible del patriotismo. Divulgar sus hechos constituye no sólo una cronología más de la Patria —todas caben en nuestro reconocimiento— sino que es un imperativo moral que contribuirá a estructurar la conciencia de la nacionalidad que el país necesita para realizar su gran destino. 
El doctor Aquiles Ygobone ha dedicado varias décadas de su existencia a cumplir este mandato porque, con preocupación de estudioso y pasión de argentino, ha logrado compenetrarse de esa realidad múltiple y plena de posibilidades. En este libro, obra de gran aliento, el autor evoca la memoria de las figuras que tan hondamente plantaron los primeros mojones civilizadores en las regiones de nuestro sur.

VIAJE A CABALLO POR LAS PROVINCIAS ARGENTINAS - William Mac Cann

                                                     
                                                           Imprenta Ferrari 
                                                            1939 - 242 pág

LAS PROVINCIAS DEL NORTE - Cap. Joseph Andrews


                                                      Univ. Nac. de Tucumán 
                       1967 - 109 pág


Es conocido el libro que el capitán de Marina Joseph Andrews dedicó a su viaje de 1825 por el interior del país. Hay allí muchas páginas sobre Tucumán. Como se sabe, aspiraba a un contrato oficial para la explotación de minas, que finalmente no logró.
Narra, en una parte, el paseo que realizó con uno de los diputados, Tomás Ugarte, como invitado a la propiedad de éste en la falda de la montaña. En "una especie de carruaje de lord Mayor, de bastante feo aspecto", cubrieron las siete leguas de distancia desde la ciudad. Andrews alababa la hospitalidad de Ugarte y su ánimo de poner la finca a disposición de la compañía minera planeada. Se suponía que esas tierras tendrían "algunas vetas vírgenes de mineral".
Después del almuerzo, fueron hasta una loma para apreciar el paisaje. El espectáculo de las montañas fascinó a Andrews. Primero, por el posible provecho económico. Pensaba que "estas maravillas de la naturaleza serán algún día exploradas por ingleses y sometidas a explotación minera, en beneficio de la riqueza comercial del país". Narra que con Ugarte edificaban castillos en el aire, y el lector, escribía Andrews, debía imaginarse "el desagrado que sentí al ver desvanecerse mis ilusiones y mis castillos".
Pero también estaba la emoción estética. "Mi espíritu se inundaba de gozo en aquel momento, como durante otros que pasé en la bellísima provincia de Tucumán".
Esto lo llevaba a insertar un poema suyo, que Carlos Aldao traduce así: 
"La mente levanta hoy un edificio/ que antes de mañana se convierte en ruinas;/ hoy la esperanza arrobadora deleita el pecho,/ mañana el disgusto es su huésped;/ como la gloria de sol dora la nube matutina,/ que la tarde apaga en la mortaja lóbrega de la noche". Agregaba: "que exprese mis pensamientos en prosa o verso, poco importa, la cuestión es expresarlos. No alcanzaría a comprender porqué el hombre de mar, teniendo oído musical y unas cuantas palabras sonoras en su cabeza, no ha de poder darles salida, a menos que tema provocar la cólera que Neptuno suele demostrar ante los poetas navales"...